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El Ayuntamiento anunció ayer el vallado de la finca para evitar nuevos robos en un edificio que está protegido como Bien de Interés Cultural
El caserío de Los Cipreses tiene el honor de ser uno de los últimos cortijos que se conservan en la capital. Esta singularidad y la elegante construcción que domina la finca le han valido para ser protegida como Bien de Interés Cultural. Sin embargo, de poco ha servido este manto de la administración. El vandalismo, que se ha cebado con fuerza en los elementos arquitectónicos, y la dejadez amenazan fuertemente a este espacio del barrio de Almanjáyar.
Tal y como informa IDEAL en su edición impresa y en 'Kiosko y más', el Ayuntamiento ha anunciado el vallado de la finca. El caserón, propiedad municipal desde hace unos años, ha sido expoliado y presenta un aspecto desolador. Las rejas de las ventanas, las puertas y la decoración interna y externa han sido destrozadas. No solo es una cuestión de destrucción. La falta de verjas hasta ahora ha permitido que extraños hayan ocupado en ocasiones la vivienda, tal y como señalan algunos vecinos. Restos de camas y basura dan fe de ello.
Por otra parte, lo que antaño era una zona de huertas se ha convertido en un páramo descuidado en el que se amontonan los escombros. Las viejas acequias también presentan un aspecto desolador. El mal estado se agravó el pasado mes de octubre, cuando un incendio quemó parte de la finca. El vallado municipal se propone como solución al vandalismo, un problema que ha dejado al borde de la desaparición al caserío, uno de los últimos de este tipo que se conservan en la capital.
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