LA MUJER EN EL MERCADO LOBORAL: LUCES Y SOMBRA.
EL SUR

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La situación avanza pero quedan focos de desigualdad como el trabajo a tiempo parcial, el acceso a cargos o la conciliación, que sigue siendo cosa de ellas
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El trabajo a tiempo parcial supone una creciente brecha de desigualdad: en diez años han aumentado casi un 50% las mujeres contratadas con esta fórmula
Cuando se analizan los efectos de la crisis en la situación laboral
de hombres y mujeres se suele destacar cómo el desempleo se ha cebado
más con ellas. Y no deja de ser cierto: la tasa de paro femenina en
Málaga está ahora en el 29% y la masculina, en el 25%, y en los peores
años la diferencia era incluso más acusada. Sin embargo, hay otro efecto
menos evidente que ha acrecentado una brecha de desigualdad en el
mercado laboral malagueño: la del trabajo a tiempo parcial. En diez
años, el porcentaje de trabajadoras de la provincia con jornadas de
seis, cinco, cuatro o incluso menos horas ha pasado del 27% al 35%; o lo
que es lo mismo, de 63.600 a 91.700. Es decir, que más de un tercio de
todas las mujeres que trabajan a día de hoy en la provincia lo hacen ya a
tiempo parcial, y creciendo: sólo en el último año, este colectivo ha
crecido más de un 5%.
Mientras, el porcentaje de hombres que trabajan a tiempo parcial es apenas del 12%. Esta diferencia no es nueva: la jornada reducida siempre ha sido «cosa de mujeres» por estar vinculada a la conciliación del cuidado de los hijos. Lo que sí es nuevo es que, en cada vez más casos, el trabajo a tiempo parcial no es una elección personal sino una imposición del mercado laboral. Según la última Encuesta de Población Activa, el 60% de las trabajadoras a tiempo parcial tienen este tipo de contrato porque no encontraron un empleo a jornada completa.
A efectos de igualdad, el hecho de que el trabajo a tiempo parcial tenga rostro femenino tiene otro efecto negativo, aparte de los peores sueldos: son empleadas que raramente son tenidas en cuenta cara a un ascenso.
Claro que también ha habido avances en materia de igualdad laboral. Para empezar, el fundamental: la incorporación de mujeres al mercado laboral ha avanzado más que nunca en los últimos años, de forma que la tasa de actividad femenina –es decir, el porcentaje de mujeres mayores de 16 años que están trabajando o buscando empleo– ha rebasado por fin la barrera del 50%. Concretamente a día de hoy dicha tasa es del 53,4%, prácticamente diez puntos más que hace una década. En buena parte este aumento de la población activa femenina tiene un retrato robot muy evidente: amas de casa que, al quedarse en paro sus maridos, se han incorporado al mercado laboral. Según la EPA, el colectivo de mujeres que se dedican a «labores del hogar» es a día de hoy del 128.700, lo que equivale al 18,6% de la población femenina mayor de 16 años. Hay que recordar que en los años 80 eran el 50%: el avance ha sido enorme.
No obstante, la igualdad aún queda lejos: la mujer malagueña debe incrementar todavía otros diez puntos más su tasa de actividad para equipararla a la masculina, que es del 64,6%.
Volviendo a la formación universitaria, y aunque las féminas sean mayoría en sus aulas, no ha conseguido reducirse el principal foco de desigualdad en el campus: sigue habiendo carreras de chicas y carreras de chicos. Esta misma semana, en un encuentro celebrado en la Escuela Técnica Superior de Ingeniería Informática y Telecomunicaciones se alertaba de un dato: apenas el 10% de los estudiantes de ingenierías de la Universidad de Málaga son mujeres. Y lo que es más chocante: el porcentaje no avanza, sino que ha retrocedido en los últimos años.
Mientras, el porcentaje de hombres que trabajan a tiempo parcial es apenas del 12%. Esta diferencia no es nueva: la jornada reducida siempre ha sido «cosa de mujeres» por estar vinculada a la conciliación del cuidado de los hijos. Lo que sí es nuevo es que, en cada vez más casos, el trabajo a tiempo parcial no es una elección personal sino una imposición del mercado laboral. Según la última Encuesta de Población Activa, el 60% de las trabajadoras a tiempo parcial tienen este tipo de contrato porque no encontraron un empleo a jornada completa.
Pobreza laboral
Y es que la crisis –ayudada, según los sindicatos, por la reforma
laboral– han hecho proliferar los contratos a tiempo parcial. Las
empresas que necesitan cubrir necesidades de personal pero buscan
ahorrar costes recurren a esta fórmula, que se ha vuelto especialmente
frecuente en sectores como la distribución o el comercio, donde llega a
haber verdaderos ‘minijobs’ de 15 horas a la semana. Los sindicatos
alertan de que estas trabajadoras tienen todas las papeletas para
engrosar las filas de la llamada ‘pobreza laboral’, puesto que cobran
sueldos que en algunos casos no llegan a 500 euros. Además, destacan la
frecuencia con que se produce fraude en estos contratos, especialmente
en el sector de la hostelería, donde «se contrata a trabajadores a media
jornada pero en realidad están a jornada completa, cobrando las horas
de más en negro», según denunciaba recientemente el secretario
provincial de CCOO, Antonio Herrera, en la presentación de un informe
sobre la evolución de la contratación en la provincia.
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El alto porcentaje de mujeres con contratos a jornada reducida es una
de las principales causas de la brecha salarial que sigue existiendo
entre hombres y mujeres. En Málaga, según los últimos datos de la
Agencia Tributaria, el sueldo medio bruto anual es de 13.082 euros para
las mujeres y de 16.918 euros para los hombres: hay un 30% de
diferencia.A efectos de igualdad, el hecho de que el trabajo a tiempo parcial tenga rostro femenino tiene otro efecto negativo, aparte de los peores sueldos: son empleadas que raramente son tenidas en cuenta cara a un ascenso.
Conciliación
Así pues, según la EPA sólo el 18,6% de las mujeres con contratos a
jornada reducida eligieron esta fórmula para poder cuidar a sus hijos o
de familiares dependientes o por otras obligaciones personales o
familiares. Y entrando a analizar este colectivo es cuando se hace
evidente otra brecha de desigualdad aún mayor. Del total de reducciones
de jornada por cuidado de hijos o familiares, nada menos que el 95,3%
corresponden a mujeres. En otras palabras: la conciliación del trabajo y
la vida familiar sigue siendo cosa de ellas, lo que a su vez supone un
freno para el acceso de las profesionales a puestos de responsabilidad.Claro que también ha habido avances en materia de igualdad laboral. Para empezar, el fundamental: la incorporación de mujeres al mercado laboral ha avanzado más que nunca en los últimos años, de forma que la tasa de actividad femenina –es decir, el porcentaje de mujeres mayores de 16 años que están trabajando o buscando empleo– ha rebasado por fin la barrera del 50%. Concretamente a día de hoy dicha tasa es del 53,4%, prácticamente diez puntos más que hace una década. En buena parte este aumento de la población activa femenina tiene un retrato robot muy evidente: amas de casa que, al quedarse en paro sus maridos, se han incorporado al mercado laboral. Según la EPA, el colectivo de mujeres que se dedican a «labores del hogar» es a día de hoy del 128.700, lo que equivale al 18,6% de la población femenina mayor de 16 años. Hay que recordar que en los años 80 eran el 50%: el avance ha sido enorme.
No obstante, la igualdad aún queda lejos: la mujer malagueña debe incrementar todavía otros diez puntos más su tasa de actividad para equipararla a la masculina, que es del 64,6%.
Formación
Uno de los ámbitos en los que la mujer no sólo ha conquistado
posiciones sino que ya gana por puntos es en la educación superior. De
hecho, ya hay más mujeres que hombres en Málaga con formación
universitaria: 119.500 frente a 87.500. Este avance se está produciendo
gracias a las nuevas generaciones, mientras que en las franjas de edad
más avanzadas sigue habiendo marcadas diferencias de género. Por
ejemplo, el porcentaje de personas analfabetas o sin estudios es del 15%
entre las mujeres y del 10,7% entre los hombres.Volviendo a la formación universitaria, y aunque las féminas sean mayoría en sus aulas, no ha conseguido reducirse el principal foco de desigualdad en el campus: sigue habiendo carreras de chicas y carreras de chicos. Esta misma semana, en un encuentro celebrado en la Escuela Técnica Superior de Ingeniería Informática y Telecomunicaciones se alertaba de un dato: apenas el 10% de los estudiantes de ingenierías de la Universidad de Málaga son mujeres. Y lo que es más chocante: el porcentaje no avanza, sino que ha retrocedido en los últimos años.
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